Por Anthony Hernández, Sexólogo
Hay quienes creen que el erotismo es cosa de películas o de novelas con portada roja y chicas con cuerpos perfectos, pero la realidad es que el erotismo vive —o debería vivir— en cada uno de nosotras y nosotros. No es exclusivo de las noches de pasión ni de los cuerpos de revista como la gran mayoría lo creiría; es una energía que se construye, se respira y se disfruta… si aprendemos a prestarle atención.
El erotismo es el arte del deseo, la capacidad de encontrar placer en los detalles. No se trata solo de sexo (aunque claro, puede incluirlo), sino de todo lo que despierta curiosidad, imaginación y conexión emocional. Es la mirada cómplice, la risa que termina en un beso, el mensaje coqueto al medio día o esa mano que se roza “por accidente” en la cocina, en los detalles que dicen más de lo que se cree, que en ocasiones es un lenguaje solo de dos.
El erotismo es una danza entre lo que se muestra y lo que se sugiere. Es el misterio que enciende la chispa antes de que las luces se apaguen y hace que la magía suceda.
Durante siglos, el erotismo fue visto como algo prohibido, algo malo, peligroso y pecaminoso. Pero las culturas antiguas lo celebraban y vaya manera de hacerlo (basta leer a los griegos o mirar los templos hindúes llenos de esculturas eróticas), pero con el paso del tiempo, las religiones, los tabúes, la cultura y la moral fueron cubriéndolo con culpa.
En México, muchas generaciones crecieron escuchando frases como “eso no se dice”, “de eso no se habla” o “las niñas decentes no hacen eso”. Resultado: parejas que no se tocan, que no se hablan, que confunden rutina con estabilidad.
Pero lo erótico no ha muerto, solo estaba dormido. Y hoy, en una época donde hablamos más de diversidad, placer y consentimiento, el erotismo está volviendo a ocupar su lugar el cuál nunca tuvo que haber perdido: como una forma de comunicación, de autoconocimiento y de encuentro humano.
El erotismo no tiene género, edad ni orientación. No es exclusivo de las parejas heterosexuales, ni de los cuerpos jóvenes o “perfectos”. Es una expresión del deseo humano que se adapta a cada historia, a cada circunstancia, a cada cuerpo y a cada manera de amar.
Una pareja gay o sáfica (en alusión de Safo de Lesbos, que de ahí proviene el termino «lesbiana») que juega con la mirada mientras cocina; una mujer o un hombre que se redescubre a sí misma/o después de un divorcio; una pareja heterosexual que decide volver a tener citas después de veinte años juntos; o personas que, sin pareja, exploran su cuerpo con curiosidad y respeto. Todo eso también es erotismo.
Porque sin erotismo, la relación se convierte en un trámite afectivo: mucho cariño, poca chispa. Y ojo, el amor y el erotismo no son lo mismo. El amor te da estabilidad; el erotismo te da emoción. Uno sostiene, el otro enciende.
El erotismo en pareja permite mantener viva la curiosidad, el deseo y la complicidad. Hace que la convivencia no se sienta como rutina, sino como una aventura compartida.
El otro día escuchaba que hay tres pilares: Pasión, Comunicación y Algo en común, estos tres pilares deben de estar siempre presente en la realción ya que si uno de ellos falta la realción cambia totalmente su giro, veamos por que:
Amantes= Pasión y buen sexo, pero no hay comunicación o proyectos en comúm.
Socios= Proyectos e hijos en común, pero no buen sexo ni pasión.
Amigos= Buena comunicación y complicidad pero sin buen sexo.
🌶️ Ejemplos reales (y muy mexicanos) para reavivar el erotismo
No se trata de hacer grandes cosas, sino de reconectar con el deseo, de mirar a tu pareja (y a ti mismo) con ojos nuevos.
El erotismo no se enseña, se cultiva. Se alimenta con curiosidad, respeto, juego, ternura y algo de lujuría. Es un recordatorio de que el placer no está peleado con el amor, ni con la madurez, ni con la rutina.
Así que la próxima vez que sientas que la relación se ha vuelto monótona y aburrida, pregúntate:
¿Estoy viviendo con amor… o también con deseo?
Y recuerda: el erotismo no solo está en la cama, está en la forma en que miras, tocas, hablas y compartes. Está en ti, esperando a ser redescubierto.
¿Y tú, de que forma vives el erotismo?